jueves, 2 de junio de 2016

Factores a considerar en las amenazas y agresiones contra Venezuela



¿Por qué las amenazas y agresiones contra Venezuela?

Por Ernesto Wong Maestre

Durante los últimos cuatro años la Nación venezolana ha sido víctima de amenazas y de agresiones provenientes del exterior, incrementadas en los últimos meses, en muy estrecha coordinación con las fuerzas políticas derechistas internas que históricamente han estado subordinadas a la voluntad expansionista o injerencista del imperialismo yanqui.  Las agresiones son generadas a partir de los intereses de los actores que controlan el poder imperial y actúan para provocar escaladas de acontecimientos, tanto internos como externos, dirigidos a tratar de someter a sus designios la mayor cantidad de voluntades que podría darles ventajas en los momentos electorales del quehacer democrático del país, garantizado plenamente por la Revolución Bolivariana como nunca antes en la historia de la Nación. 

Contradicciones, objetivos y estrategias

Esa contradicción entre la disposición de la sociedad a transitar el camino democrático en paz y las operaciones del imperio y la burguesía para maniobrar antidemocráticamente, desestructurar la democracia popular y controlar ilegal e ilegítimamente los resultados electorales es una de las más significativas contradicciones a resolver por el movimiento revolucionario, no solo venezolano, sino también continental, pues este no debe detenerse en sacudir las viejas estructuras de las sociedades andinas, llaneras y costeñas de Latinoamérica y el Caribe, a pesar de la escalada imperial. Es una insalvable contradicción entre esos intereses imperialistas neocolonizadores y el desiderátum nacional bolivariano que se enfoca a lograr la consolidación de la independencia, el respeto total a la soberanía y la garantía de la libertad con felicidad, estabilidad política y seguridad. Medio milenio de colonización y neocolonización a través del cual la contradicción sufre su metamorfosis pero aparentemente mantiene intacta su esencia asimétrica.
Respecto a Venezuela el complejo imperial tiene tres tipos de objetivos surgidos de esos intereses expansionistas mediante los cuales pueden extraerse las causas de mayor significación, como se verá más adelante:

Uno.- Desprestigiar al proceso revolucionario bolivariano en el ámbito nacional e internacional ya que ha impactado en las conciencias y expresado en el discurso de muchas fuerzas políticas y sociales en el mundo, con ciertas consecuencias en eventos electorales de naturaleza revolucionaria (Bolivia, Nicaragua, Ecuador, El Salvador), reformista (Argentina, Brasil, Uruguay, Honduras, Paraguay, Grecia) o en candidaturas sin éxito final inmediato, como la de Podemos en España, liderado por Pablo Iglesias;  la del demócrata “socialista” Bernie Sanders en EEUU o la del Polo Democrático Alternativo en Colombia, por citar algunos ejemplos.  

Dos.- Recuperar espacios y recursos en Venezuela y América Latina ante la avanzada de China y Rusia en la región y el avance soberano de sus Naciones. El imperio fortalece el papel de sus corporaciones y las bases militares estadounidenses -donde las haya- ubicadas en puntos geopolíticos estratégicos y desestructurando los poderes políticos tradicionales, reemplazándolos con la narcopolítica y la parapolítica, empleando para ello el paramilitarismo, el sicariato y explotando al máximo las ambiciones, gustos y deseos de la oligarquía importadora pro-yanqui.

Tres.- Crear condiciones para derrocar en las urnas o mediante una intervención militar o paramilitar al Gobierno Bolivariano, en términos del debilitamiento del sistema político (incentivando el enfrentamiento de sectores populares y tratando de desunir al pueblo de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana, dividiendo al chavismo, y desprestigiando los poderes públicos del Estado) y del reforzamiento de los sectores de la burguesía parasitaria y comercial. Los tres objetivos están estructuralmente enlazados, precisamente, con la crisis estructural del capitalismo que ya es irreversible. 

Las contradicciones en Venezuela se han agudizado, hasta tal punto, que esas fuerzas reaccionarias y ultraconservadoras tienen que apelar sistemáticamente a la mentira,  en la cotidianidad y en la excepcionalidad. Falsean los datos de forma inmoral y pública sin el mayor pudor y utilizan el chantaje o el soborno a dirigentes políticos, gerentes o directivos de instituciones o empresas, aprovechando para ello las tradiciones, costumbres, servicios y hábitos del viejo “estilo de vida americano”, reproducidos y reforzados por patrones culturales hollywoodenses a través de cientos de canales de TV por cable o internet que inundan los hogares y conforman estructuras de comportamiento de casi todos los miembros del grupo familiar, ajustadas a los designios de las mega corporaciones.

Las mentiras son elaboradas y apuntaladas con las informaciones sustraídas por el monopolio del espionaje de la NSA, USAID y CIA a través de internet para controlar las comunicaciones, conocer datos  logísticos, gustos y aspiraciones, para llevar a cabo actos de terrorismo, como sabotajes o asesinatos selectivos de la peor calaña.  Y cuando comienzan a caer por su propio peso las mentiras ante la comunicación efectiva del Gobierno Revolucionario, el Cibercomando estadounidense intensifica su acción con su red de hackers y saboteadores, en el campo de las interferencias del sonido, de las imágenes, o de las propias conexiones comunicacionales que favorezcan el esclarecimiento de la verdad. Es una batalla tan asimétrica entre la mentira y la verdad que cuando esta última se abre paso todavía a algunos y algunas les parece que es mentira.

Al mismo tiempo, por la vía de las finanzas, esas fuerzas tridimensionales, dan base, sostienen, y provocan la inflación descomunal que acelera el acaparamiento, la especulación, el desabastecimiento de productos de la canasta básica y con todo ello generan ciertos estados psíquicos en los distintos segmentos sociales que induzcan a opiniones adversas a las transformaciones sociales y a los líderes de la Revolución.  

En síntesis, es una centrada estrategia imperial, de amenaza bélica contra Venezuela, a través de agresiones externas e internas en tres dimensiones (la violencia, el financiamiento y las desinformaciones) que se entrecruzan, se concatenan, se subordinan una a otra en el tiempo y el espacio, en todos los ámbitos de la vida, para salir exitosa (dominación total o caos destructivo controlado) ante los niveles de aplicación de la estrategia de defensa integral que desde hace años viene desarrollando la Revolución Bolivariana para alcanzar los altos ideales sostenidos por el desiderátum nacional bolivariano, hoy convertido en Ley del Plan de la Patria 2013-2019.

Consecuencias de las campañas de agresión contra Venezuela

Cada mentira sobre la situación real de Venezuela que lanza uno u otro de los  globales medios de comunicación, llámese The Wall Street Journal, El País de España, ABC, El Nacional  o el Miami Herald, es una agresión al pueblo venezolano que en su mayoría está dedicado a impulsar las transformaciones sociales en beneficio de TODOS, aún de esos opositores que con saña descuartizan a mujeres o caen en cambote a golpear a las jóvenes policías que custodian el orden de las manifestaciones y que tratan de evitar, precisamente que esos mercenarios “descerebrados” violen la ley y sean detenidos. Es tal la paranoia o crueldad de esos hampones a sueldo que agreden hasta a quienes tratan de protegerlos para que no violen la legalidad y se mantengan en los cánones de la democracia participativa y protagónica garantizada por las fuerzas del orden.  

Cada mentira lanzada por el Secretario Ejecutivo de la OEA o por otro testaferro del gobierno imperial (Luis Almagro, Álvaro Uribe, José María Aznar u otro) o por el propio Departamento de Estado, candidato o candidata presidencial estadounidense o por el Jefe del Comando Sur del Ejército de los EEUU, contra el proceso de cambio y transformaciones dirigido por el Presidente Nicolás Maduro quien sigue con el legado popular y socialista del Comandante Supremo Hugo Chávez y ha abierto la puerta a todo empresario productor honesto para incluirlo en la agenda productiva nacional de “los 15 Motores”, es una agresión a la dignidad, seguridad y honestidad de un pueblo y de su líder, y debe ser condenada, enfrentada y derrotada.

Cada acción anticonstitucional y criminal ejecutada por la red de actores subordinados al imperialismo yanqui, que afecta la seguridad de la Nación, sea en las grandes o pequeñas ciudades, sea en las fronteras terrestres o marítimas, sea en los espacios ultraterrestres o diplomáticos allende los mares, está atentando contra el bienestar de ciudadanos y ciudadanas residentes en Venezuela y por ello contra el adecuado desarrollo de la democracia participativa y protagónica que para su sobrevivencia deberá ser más protegida, masivamente, por el pueblo revolucionario y chavista, el único que vela y actúa en beneficio de toda la Nación, como lo ha demostrado en los últimos diecisiete años.

Cada proyecto contrarrevolucionario, sea un nuevo Plan u Operación Cóndor, cualquier versión de la Operación Freedom o proyecto pentagonista de “enjambres sociales”, ejecutado en cualquier ámbito de la vida venezolana debe ser derrotado oportuna, acertada y eficazmente por ese pueblo revolucionario y chavista renovado, convertido en la imprescindible masa crítica de esta etapa crucial de la Revolución Bolivariana.

En los pueblos del mundo las consecuencias de las campañas mediáticas contra Venezuela son también perjudiciales para las relaciones bilaterales y para la lucha de los movimientos y partidos políticos de izquierda.  A muchos de los gobiernos burgueses, que son la mayoría del concierto de naciones, les resulta muy complejo promover relaciones de cooperación o de amistad con Venezuela en medio de constantes reportes de prensa o notas, editoriales, o artículos donde se trate de mostrar una “Venezuela en caos”, “en crisis”, “violando los derechos humanos”, entre las muchas falsedades que lanzan las oligarquías. Por su parte, algunos de los movimientos y partidos de izquierda que mostraron su amistad a Chávez y a la Revolución Bolivariana, ahora se cohíben o actúan con mucha discreción respecto a Venezuela porque la opinión pública nacional sobre el Gobierno venezolano no les favorece y les puede restar respaldo electoral.  
Igualmente, los lineamientos y medidas de boicot financiero lanzados desde la Casa Blanca para llevar a cabo contra Venezuela encuentran ciertas bases de argumentación en las campañas mediáticas negativas sobre la Nación. Los organismos financieros internacionales terminan negando los créditos, ahuyentando las inversiones extranjeras, exagerando los riesgos, etc.

Por tales razones, solo con la organización creativa del pueblo, por el pueblo y para el pueblo junto al liderazgo revolucionario de Maduro al frente de los hijos de Chávez, y con los recursos disponibles y talento humano verdaderamente revolucionario y patriota se conformará el poderío integral para vencer a la oligarquía criolla y mundial, siempre que se logre identificar las causas, desde develar las aparentes hasta reconstruir las verdaderas y profundas que están condicionando la ofensiva neoconservadora y contrarrevolucionaria contra la Patria.       

Indagando en las causas de la agresión externa e interna

Entonces, ¿por qué las oligarquías mundiales agreden a Venezuela con tanta intensidad y odio a través de sus instrumentos paramilitares, boicots financieros y campañas mediáticas que logran crear una realidad virtual sobre la República Bolivariana, muy distante de la realidad concreta? ¿es solo por los intereses geopolíticos oligarcas sobre los recursos y los espacios venezolanos? ó ¿es también por los intereses geopolíticos de hegemonía global que están siendo afectados por el ejemplo para los pueblos del mundo que emana del proceso de transformaciones políticas y sociales iniciado en 1999 en el corazón de América Latina y el Caribe, “espacio vital” en los planes hegemónicos globales?.

Sin dudas, solo se alcanzará la victoria popular antes esas amenazas y agresiones imperiales si se acierta y se actúa enérgica y estratégicamente sobre las causas y condiciones que subyacen e interaccionan en el complejo mundo de la vida y en particular, en ese mundo de intereses contradictorios antagónicos entre explotadores y explotados, pero también entre los intereses no antagónicos entre los propios explotadores (oligarquías mundiales con sus lacayas “nacionales”) que se baten por monopolizar la hegemonía, es decir por las capacidades de dominación y dirección de los procesos globales en el mundo de hoy.

Veamos los grandes componentes causales-condicionantes donde actúan esos poderosos intereses contra Venezuela.

El componente geopolítico interno

Hay una combinación o entrelazamiento muy estrecho entre los diversos espacios que componen el territorio venezolano. La existencia en ellos de enormes y estratégicos recursos no renovables, como el petróleo, los minerales para la tecnología de avanzada de la carrera ciberespacial, y recursos hídricos, apetecidos por las mega corporaciones, pero que cada día el Gobierno Revolucionario los colocan más en poder del pueblo mediante estrategias mixtas de desarrollo, donde se inserta también la pequeña y mediana empresa privada o burguesía emergente no parasitaria, sino productiva, con tendencia a impulsar el desarrollo endógeno mediante el uso restringido de las divisas, algo a controlar muy de cerca por el Poder Popular organizado. 

De manera que los intereses geopolíticos imperiales, para alcanzar sus objetivos de apropiación de los recursos estratégicos, también se orientan al componente poblacional a vencer y conducen sus acciones, tanto sobre el pueblo revolucionario chavista, como sobre esos sectores de poder emergente, apoyados por el Gobierno Revolucionario, que van avanzando y arrebatando espacios económicos (sobre todo productivos y comerciales) a los grupos capitalistas tradicionales, antes identificados como los Doce Apóstoles en una etapa histórica, hoy metamorfoseados bajo el amparo de la concentración y centralización del capital pero tratando de desestructurar el proceso social de trabajo, y surgidos de esa oligarquía mantuana interventora en el acto de convertir la independencia nacional en una mera formalidad con ayuda de los monopolios extranjeros (*). Esa dualidad de objetivos sociales del imperio hace más compleja la situación, tanto para un polo como para el otro de la contradicción, algo que debe comprender cabalmente la totalidad del pueblo transformador. Esto es algo que no ha perdido de vista, sino que lo tiene muy en cuenta la estrategia de los 15 Motores vinculada estrechamente a la instrumentación estratégica y campaña comunicacional del Congreso de la Patria.

A todo ello se debe agregar que la ubicación geográfica de Venezuela posee una alta significación geopolítica para cualquier gran potencia interesada en extender sus áreas de influencia en los dos continentes. Venezuela es el punto central entre Suramérica y Norteamérica, y al mismo tiempo uno de los puntos céntricos entre el Caribe Oriental y Centroamérica.  Y todo “espacio central” es vital y motivo para ser controlado, según los preceptos geopolíticos agresivos, desde H.Mckinder y F.Ratzel hasta George W.Bush o Barack Obama. Además, Venezuela es fronteriza con Colombia, donde EEUU colocó sus esperanzas, con siete bases militares,  para desde allí expandirse hacia los cuatro puntos cardinales, pero sobre todo hacia el sur del continente. En nuestro caso, al ser un Estado de orientación revolucionaria con una propuesta socialista en construcción, la ubicación geográfica de Venezuela la convierte en un fuerte obstáculo a los fines imperiales y la hace más apetecible para los llamados “halcones” del Pentágono y los cibernéticos de la NSA.

El componente geopolítico externo

Ligado a todos esos elementos del componente geopolítico intrínseco a la Nación, está el significado geopolítico alcanzado por Venezuela con la política exterior liberadora y de total respeto a los principios y normas del derecho internacional público, pero también con las políticas de transformación social que han hecho realidad el discurso revolucionario socialista, el cual “vuela” y se extiende a través de las redes sociales y las páginas web por todos los movimientos sociales y políticos en el mundo entero.

Es liberadora la política exterior porque con los proyectos iniciados e impulsados con Hugo Chávez, por ejemplo, Petrocaribe,  los pueblos y gobiernos miembros de ese organismo regional se liberan del yugo de las transnacionales petroleras, de la filosofía capitalista de la competencia atroz y de las estructuras financieras del FMI y del Banco Mundial que se aprovechan de las necesidades de los países en esa esfera energética estratégica.  Y todo se ejecuta no solo cumpliendo con el Derecho Internacional Público y Privado, sino enriqueciéndolo con nuevas prácticas y nuevas conceptualizaciones o doctrinas.

Es transformador el ejemplo de Venezuela porque los pueblos y sus líderes, seguidores por años de la gestión soberana del Comandante Supremo, comenzaron a difundir y a tratar de aplicar las ideas bolivarianas, y con ello a ganar espacios políticos, tal y como ocurrió a partir del 2004, en que se estabilizó y proyectó con el ALBA en unión de la Cuba Socialista, el proyecto bolivariano, en Argentina, Brasil, Bolivia, Nicaragua, Ecuador, Honduras, Paraguay, España, Portugal, y hasta en EEUU y las naciones del Medio Oriente o África como Siria, Libia, Gambia, Ghana, Burkina Faso, Argelia, entre otros países, donde de una u otra forma se propagó el símbolo Chávez y se comenzó a seguir de cerca la obra bolivariana.

Para el imperialismo y su red de mega corporaciones que durante más de diez años recogieron informaciones, constataron evidencias de la influencia del ejemplo revolucionario venezolano y sufrieron reveses frente a los novedosos proyectos de la política exterior latinoamericanista de Venezuela, una década fue suficiente para esa élite gobernante del imperio que se mantuvo con un perfil bajo y enmascarado hacia la Revolución Bolivariana liderada por Hugo Chávez hasta el último minuto de su vida.  Con su muerte se desataron las pasiones guerreristas y expansionistas contra Venezuela. Y ha sido Nicolás Maduro a quien le ha correspondido enfrentar todo ese cúmulo de deseos imperiales para eliminar el “obstáculo” o “amenaza” llamada Venezuela que se acrecientan con las necesidades del imperio por acumular nuevas fuerzas para poder hacer frente a la poderosa China Socialista que sigue creciendo anualmente sobre el 7% y a la renovada Rusia de orientación euroasiática y latinoamericanista que se decidió rememorar y alcanzar, con nuevos bríos, el esplendor y los niveles de beneficios sociales de la otrora Unión Soviética.

De manera que la “amenaza” Venezuela, siendo una real esperanza para los pueblos, es un gran reto para el imperialismo yanqui que tiene como objetivo central contrarrestar el poderío militar, económico, financiero, tecnológico y de talento humano ruso-chino, y para ello se ha dispuesto a derrotar el proyecto revolucionario venezolano, aún a costa de que se radicalice aceleradamente la Revolución y sus líderes se vean obligados a desestructurar para siempre el poderío de la burguesía tradicional parasitaria nacida a las sombras del capital financiero y comercial estadounidense.     

(*) Consultar la insustituible obra de Federico Brito Figueroa “Historia Económica y Social de Venezuela” en 5 tomos editados por FACES-UCV.  

@ProfeWong