jueves, 26 de mayo de 2016

La guerra de los medios contra Venezuela

“Ver lo que está delante de nuestros ojos requiere un esfuerzo constante”: George Orwell, autor de la novela 1984
No hay duda que el nivel de tensiones que está viviendo Venezuela se ha intensificado. Estas tensiones son de todo tipo. La realidad es abrasiva, provocada por el desabastecimiento, escasez, por la burbuja inflacionaria (que parece no tener control alguno, a juzgar por la cotidianidad). Los autores de estas circunstancias han visto cómo sus ganancias se multiplican de forma exponencial. De manera tal que no van a renunciar a este nuevo modo de vida. Por nada ¡Ni por nadie!
Los medios de comunicación del espectro internacional han tributado mucho en esta conflagración polidimensional. Son una estructura aliada del llamado eje Bogotá-Madrid-Miami. Basta con hacer una revisión de medios como El País de España, ABC, The New York Times, Washington Post, BBC Mundo, CNN en Español. Corporaciones que forman parte del complejo industrial, militar, político y financiero internacional. Tales medios de difusión de información (fábricas productoras de las denominadas “ollas”, medias verdades, mentiras totales) actúan de manera concertada. O dicho en otras palabras, de forma “cartelizada”, tal como lo hacen las mafias, cualquiera sea su naturaleza. Los medios constituyen un entramado poderoso y como tal peligroso para los intereses de la región. Pero en especial muy adverso para Venezuela.
Vale recordar que sobre el tema de los medios de comunicación, George Orwell hizo referencia en su novela 1984 a un Ministerio de la Verdad. Y pese a las discusiones de naturaleza ontológica y epistemológica que puedan darse en torno a este tema, lo cierto es que los medios nos han dejado largos temas de discusión. Especialmente de reflexión. Ahora muchos de estos medios internacionales abogan por la libertad de palabra, de prensa, de pensamiento, de expresión. Algunos gritan con cierta histeria la necesidad de un cambio en Venezuela. Otros, apegados al disimulo, han generado una sistemática campaña en la que refieren que en Venezuela hay una crisis humanitaria y un gobierno dictatorial.
Miente, que algo queda
Si tomamos como ejemplo el diario The Washington Post, uno de los periódicos que forma parte del concierto de ataques asestados contra la Revolución Bolivariana y en general contra el pueblo venezolano, encontramos que el pasado 19 de mayo este diario publicó un artículo en el cual califica a Venezuela de “Estado fallido”. Añade el texto: “Nunca un país que debería haber sido tan rico, terminó tan pobre”, afirmó Matt O’Brien periodista del mencionado rotativo.
Manifestó además que “esta corrupción no solo ha enriquecido a unos pocos. También ha empobrecido a la mayoría. Esto se debe a que el gobierno ha tratado de controlar la economía hasta el punto de matar todo, por supuesto, en el nombre del “socialismo”.
Por cierto, The Washington Post, es el más antiguo periódico de Washington D. C., la capital de los Estados Unidos. Ganó fama mundial a principios de los años 70, por su investigación sobre el caso Watergate, conducida por Bob Woodward y Carl Bernstein, investigación que desempeñó un papel importante en la caída de Richard Nixon como presidente. ¿Qué ocurrió entonces con este medio? Su dueño, Jeffrey P. Bezos, es fundador y dueño del portal de ventas online Amazon, lo que lo convirtió en el quinto hombre más rico del mundo y en el tercero de Estados Unidos a finales del año pasado. El medio se volvió un gran negocio.
Prácticas de cartelización
Por otra parte, el diario El País de España, periódico de mayor difusión de ese país, también ha arreciado en sus ataques contra Venezuela. Pertenece al mayor grupo mediático de España, el Grupo PRISA, cuyo principal accionista es, a partir del año 2010, Liberty Acquisition Holding (los principales accionistas de este fondo de inversiones son, a su vez, los estadounidenses Nicolas Berggruen y Martin E. Franklin). PRISA es también propietario de la Cadena SER (radio), Cinco Días (prensa económica), del Grupo Santillana, con las editoriales Santillana, Alfaguara, Taurus, Aguilar y otras; Diario As (prensa deportiva), Los 40 Principales, Máxima FM, M80 Radio, Radiolé, Cadena Dial (radiofórmula), Prisa TV, Localia, entre otros. Todo un poder que ha penetrado desde el mundo editorial hasta el espectro comunicacional en sus distintas expresiones. Hoy, 25 de mayo de 2016, publica en su sección de “análisis” un artículo que se titula Venezuela: dos relatos, en el cual señala que “Venezuela es hoy una ruina”. Y luego agrega: “…culpa del desabastecimiento, incompetencia y corrupción al imperialismo universal, las multinacionales, la alta burguesía desafecta, el expresidente colombiano Álvaro Uribe, el Gobierno de Madrid, Miami, y Washington, para no reconocerse nunca responsable de nada” (se refiere al Gobierno del Presidente Maduro). No menos alarmante, desde todo punto de vista, ha sido el pronunciamiento del diputado español Albert Rivera, quien habría señalado que no van a descansar hasta que en Venezuela haya “Derechos Humanos y Democracia”.
A rescatar el mejor oficio del mundo
Vale recordar aquella foto de un hombre entubado (con un parecido a Chávez) con la cual este diario “demostraba que el Presidente Hugo Chávez había muerto”. El costo de la imagen: 30 mil euros. Este hecho debe generar una reflexión sobre el ejercicio del mejor oficio del mundo, tal como Gabo llamaba al periodismo. No se trata de un eufemismo. Es necesario que este oficio se torne un verdadero poder de transformación de la realidad social.
Por cierto, tanto el Diario las Américas como el Nuevo Herald tienen en sus páginas web secciones dedicadas de forma exclusiva a Venezuela, lo que no ocurre con otros países de América Latina. Solo Venezuela y Cuba. Claro que tienen información del resto de los países de América Latina, pero de manera explícita y directa solo se abren dos ventanitas cuando nos ubicamos en América Latina. ¿Por qué será?
De manera tal que estos medios manifiestan el reflejo de la “crisis venezolana” que, dicho sea de paso, “preocupa y alarma en el extranjero”. Así, las noticias, reportajes y artículos de opinión reflejan “la gravedad de la escasez de medicinas y de alimentos”. Lo curioso es que en la actualidad se están librando guerras en varios países del mundo. ¿El resultado en los medios? Silencio total. Hay colas dantescas en España para adquirir alimentos. Idem. Los empleos, también en España –como de seguro en otros países- se da en condiciones miserables. Y como no sale publicado en los grandes medios, sencillamente no existe.
El País de España recientemente publicó un trabajo cuya conclusión era la siguiente: “Venezuela se desmorona”. No solo se trata de ofrecer en bandeja de plata la vieja estrategia goebbeliana. Además, se intenta desacreditar a la gestión revolucionaria, fomentar el miedo, la zozobra, la imagen de un país cuyo Estado no es funcional a su pueblo, en tanto no responde a las necesidades más apremiantes de la población, como lo son la alimentación y la salud.
Es cierto que existen problemas en Venezuela. Muchos de ellos “graves”, tal como lo ha reconocido el Primer Mandatario, Nicolás Maduro. La gran interrogante es ¿el país solo tiene problemas? ¿Qué acciones ha acometido el Gobierno nacional para salir al paso a la coyuntura que nos ha tocado enfrentar? ¿Dónde se encuentran las iniciativas del pueblo para enfrentar esta coyuntura que nos afecta a todos? ¿Acaso no existen políticas de Estado que tienen el objetivo de preservar la paz y de proteger al pueblo? ¿Dónde radica el origen de los problemas actuales? ¿La burbuja inflacionaria ha sido impulsada por el Gobierno? ¿No existen suficientes argumentos y acciones que demuestran que el sector privado nacional ha emprendido una guerra sin cuartel? ¿Conocemos cómo ha sido el modus operandi para quebrar las economías? ¿Acaso el Gobierno no está readecuando de forma permanente la gestión con el fin de lograr los reacomodos necesarios?
De allí que definitivamente “ver lo que está delante de nuestros ojos requiere un esfuerzo constante”. Es una afirmación que no podemos pasar inadvertida. Desde luego, es necesario insistir, existen problemas económicos, sociales, de seguridad… Pero también es una verdad que Venezuela y los venezolanos vivimos esquivando las balas en medio de un golpe continuado desde hace 17 años. Un golpe light primero (el del año 2002). Un golpe silencioso declarado por el sector privado nacional que ha visto incrementar sus ganancias gracias a las divisas que les ha aportado el Estado venezolano por la vía de la renta petrolera. Un golpe en el cual se han diseñado finas estrategias de maximización de las ganancias con menos esfuerzo. Un golpe en el que las transnacionales han visto la oportunidad de dar al traste con algunas leyes que en la actualidad tienen como bandera el respeto a la soberanía y la autodeterminación de los pueblos. Un golpe contra la decisión mayoritaria del pueblo. Un golpe afín a las prácticas de exclusión y de expulsión social, propias del capitalismo.
La iatrogenia causada por el FMI y el BM
Veamos cómo fue que a partir de la implementación de las recetas del FMI y del Banco Mundial se dio el desmoronamiento del llamado milagro asiático en países como Indonesia, Malasia, Taiwán, Tailandia a finales de la década de los años 90. Fue el mismo Joseph Stiglitz, premio nobel de Economía del año 2001, quien llegó a tal conclusión en un trabajo que lleva por título “El Malestar en la Globalización”.
Las llamadas recetas iban a contracorriente de lo que llevó a las economías asiáticas a experimentar el milagro durante tres décadas de forma ininterrumpida: inversión en educación y en telecomunicaciones más ahorro. Uno de los ejemplos visibles de las consecuencias de estas políticas en países como Indonesia es el siguiente: La tasa de desempleo en este país se disparó 15% en 1998. Esta tasa se multiplicó por cuatro en Corea y por 3 en Tailandia. Otro indicador que estamos llamados a recordar para tener presente lo que significa ser “la masa olvidada”, los “miserables”, “los marginales”. En Corea del Sur la pobreza urbana se triplicó. Y finalmente, los llamados mercados emergentes sufrieron los efectos de estos coletazos.
Actualmente, varias economías latinoamericanas corren el riesgo de volver a este tipo de políticas. En Brasil, Temer ha hablado de una reducción del gasto público, significa dejar al abandono a parte de la clase obrera de ese país. También se ha dado el permiso de gastar más de lo que ingresa en Brasil. ¿El resultado? Un déficit de 46 mil millones de dólares. Argentina ha apelado a una reducción del Estado, que significa arrebatar el pan de la boca a cientos de miles de argentinos. Pero sobre estos temas la prensa internacional no insiste mucho. ¿Por qué? La respuesta es obvia.

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